A principios del 2021 se publicó el libro “Women of the Pandemic, Stories from the Front Lines of COVID-19” (Mujeres de la pandemia, historias desde la primera línea de COVID-19), de Lauren Mckeon, en él que nos narra historias impresionantes de diversas mujeres durante esta pandemia.
En este libro la autora describe quiénes eran estas mujeres, sus miedos y como enfrentaron las dificultades que se les presentaron, el cual está dividido en nueve capítulos, en donde inicia describiendo como la pandemia llegó a Canadá, luego continua con los desafíos que enfrentó el país a través de las historias de diferentes mujeres, y cierra con la recuperación tras el plan de vacunación, momento en el que nos encontramos actualmente.
En primer lugar, la autora analiza de que manera las estadísticas desproporcionadas evidenciaron que las personas que viven en barrios marginados y de bajos ingresos no tenían la posibilidad de trabajar desde casa; estas personas salían de sus casas todos los días, asumiendo una exposición de alto riesgo y no podían permitirse no hacerlo. Especialmente las mujeres racializadas e inmigrantes. Para ella y coincido plenamente, lo más contradictorio es que el lema de la cuarentena fue: “Quédate en casa, salva vidas” cuando muchas personas no tenían casa a donde ir.
De este libro, muchas historias me llamaron la atención, por ello voy a compartir con ustedes algunas de ellas. La primera, es sobre la Doctora Kanna Vela, médica de urgencias que trabaja con pacientes de covid-19 y madre de dos niños pequeños. Cuando llegó la pandemia, Kanna, al igual que muchos trabajadores de la primera línea, dejó de ver a su familia para no exponerlos al virus, y vivía siempre estresada, lo cual afectó su vida de diferentes maneras. Sí much@s pasamos por momentos de estrés y ansiedad, no podemos imaginar los terribles sentimientos que experimentaron l@s trabajadores de la salud, y Kanna, a través de su historia, lo refleja.
La autora eligió algunas historias sobre cómo esta crisis afectó nuestros hogares, una de ellas es la de Andrea O’Reilly – Profesora de la Universidad de York, en donde cita: ¨Ser madre ahora mismo es un servicio esencial, las madres están haciendo este trabajo con un altísimo costo para su cordura, su tiempo libre, y sus carreras profesionales. No es una pandemia de igualdad de oportunidades, cuando la gente decía: las mujeres sufren más, a ella le gustaba corregirles “las madres sufren más, porque son ellas las que hacen el trabajo de cuidado¨. O’Reilly creó un grupo en Facebook para apoyar a las madres en esta pandemia, después de toparse con una publicación que detallaba la experiencia de una madre soltera. En esta publicación la madre describió el acoso al que fue sometida en un supermercado tras verse obligada a comprar víveres y llevar a sus hijos pequeños, lo que iba en contra de las normas del establecimiento. Esta madre necesitaba provisiones porque su pedido online había sido cancelado y no tenía con quién dejar a los niños; cuando llegó a la tienda, los empleados la reprendieron y la señalaron de irresponsable por llevar a sus hijos a este lugar.
Entendiendo la angustia de esta madre y muchas otras, O’Reilly creó el hashtag #MothersAreFrontLineWorkers que traduce ¨las Madres son trabajadoras de primera línea¨, con el cual en tan solo 24 horas, más de 250 madres se habían unido al grupo y en un par de semanas, alcanzó los 1.200 miembros. Con este grupo O’Reilly quiere que las madres tengan un espacio seguro para desahogarse, sentirse validadas, encontrar recursos, y un lugar donde puedan expresar sus sentimientos y lo más importante encontrar una red de apoyo.
En el grupo de Facebook de O’Reilly, las madres hablaban del cuidado de niños y ancianos (a menudo de padres con enfermedades terminales), de tener que hacer toda la comida mientras otros miembros de la familia no reconocían la energía que eso requiere, y de ser las únicas responsables de lavar todas las frutas y verduras antes de guardarlas en la nevera. Al mismo tiempo, algunos medios de comunicación empezaron a cubrir esta situación con artículos como “Pandemia patriarcal“, “el Coronavirus es un desastre para las feministas”, pero no fue suficiente información al respecto.
La autora evidencia, que en todo el mundo, los países comenzaron a informar sobre el aumento de los índices de violencia doméstica. Por ejemplo, en el Reino Unido, los presuntos homicidios domésticos se triplicaron durante el primer mes de encierro, con dieciséis mujeres y niñas asesinadas; y sí revisamos Latinoamérica, la situación fue aún peor. En el capítulo 6, “The She-Cession”, la autora habla de cómo esta pandemia también afectó a las mujeres empresarias y trabajadoras.
En los últimos capítulos, la autora narra las decisiones críticas que tomaron muchas mujeres, en donde algunas investigaciones evidencian que a diferencia de los hombres, las mujeres priorizan la salud y el salvar vidas por encima de la economía. Por ejemplo, las mujeres líderes nacionales obtuvieron mejores resultados en cuanto a las tasas de infección y mortalidad (Angela Merkel, Jacinda Arden, Sanna Marin y otras). Y muchas mujeres contribuyeron significativamente a la construcción de las vacunas, temas de los que he hablado en anteriores artículos.
Como conclusión, tan solo me resta por decir que este libro me encantó, se convirtió en uno de mis favoritos en el 2021 porque nos muestra como muchas mujeres vivieron esta pandemia, reflejándonos en sus miedos e inseguridades y revelando una fuerza extraordinaria. Pero lo que todas estas historias tienen en común es que, durante la peor época de la sociedad contemporánea, trataron de conectarnos e intentaron mantenernos a salvo, desde su casa o al mando de muchos países.
La autora espera que este libro haya ayudado a capturar un momento extraordinario en el tiempo y a las mujeres que lo definen, sus historias, sus acciones y sus voces. Y para mí cumplió con su objetivo.
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